En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución de
salud mental o centro de reinserción social al que puedas llegar. Al
llegar a la recepción, pregunta por quien se hace llamar The Holder of Agony.
El trabajador, abrirá sus ojos en sorpresa, como si no entendiera por
qué reconoce el nombre. Murmurará por un momento, pero luego su
expresión facial cambiará a un elaborado, surcado, pensativo ceño.
Se estremecerá, girará y se negará. Debes insistir, nuevamente y
seguir pidiendo por ver al Holder, con voz tranquila y suave, incluso si
llora o grita. Eventualmente, la vida dejará sus ojos, y te llevará,
con un andar pesado, a una habitación, aparentemente sin numeración,
justo al final del pasillo.
El trabajador abrirá la puerta por ti. Tan pronto como entres al
oscuro cuarto, te dará una fuerte patada en la parte baja de tu espalda,
arrojándote a la habitación. Hagas lo que hagas, no pares o te gires a
mirar al trabajador. Por favor, confía en mí.
La habitación olerá simultáneamente a toallitas con alcohol sanitario
y al sabor metálico de la sangre. No te será posible ver nada, hasta
que la puerta por la que entraste sea abierta, y la luz gris de afuera
ilumine a una desgarbada figura encapuchada, que entra a la habitación.
Cuando la puerta se cierre, todo estará más oscuro que antes.
Inmediatamente, sentirás a la figura encapuchada presionarse a sí
mismo contra tu cuerpo. Su esquelética figura presionará tus costillas y
estómago, mientras dice: “Te conozco”. Su voz se hará sentir a
través de todo tu cuerpo, y sentirás cada tipo de molestia, como la
sensación cuando te sientes observado, siendo acosado, o cuando tu
pierna se duerme, o cuando sientes mareos, nauseas, impaciencia.
Permanece perfectamente de pie e inmóvil. No hagas ningún sonido,
excepto para preguntar: ¿Por que están Ellos en agonía?
Dará una respuesta, en un desgarrador silbido gutural, “Esperaré aquí, por toda la eternidad, y cada noche, te mutilaré, violaré, y asesinaré”.
No tendrás tiempo para ponerte a salvo o pensar, y especialmente, no
tendrás tiempo para moverte, antes de que sientas una filuda cuchilla en
tu abdomen, que sale por tu espalda. Sentirás su áspera superficie,
cortando tus órganos. No te muevas. No hables, No grites.
La voz continuará: “Asesinaré todo lo que amas, y les haré ver
que tú los asesinas. Arruinaré todo lo que tú encuentras hermoso.
Retorceré tu mente hasta que la tengas grotesca y pervertida como la del
resto de nosotros”. No parará, así como el intenso y ácido dolor a
través de tus nervios por la cuchilla en tu abdomen. El dolor podría
parar tu respiración y tal vez, tu corazón, pero debes permanecer
perfectamente quieto. Más hojas se clavarán en tu cuerpo, en lugares
suaves, en lugares imposibles, y la voz seguirá con su silbido gutural;
su tortura, es de una forma tan inhumanamente creativa y meticulosamente
desalmada, que estarás en peligro de perder tu mente.
La quietud es tu única defensa. Si te mueves, las cuchillas crecerán
en número de uno a cinco a treinta, a cien o a mil, si es que tienes
alguna oportunidad de contar, desgarrarán en cualquier dirección,
forzando a cada trozo de tu carne y nervios a permanecer consciente y
alertar el sentir cómo se desgarran una y otra vez por siempre.
Permanece inmóvil, aunque tu cuerpo entero esté sacudido por una agonía
que posiblemente no exista; preferirás serpientes mordiendo tus ojos u
hojas de afeitar cortando tus nervios.
Debes escuchar la voz con cuidado, pues finalmente, dirá una de dos cosas:
Si dice: “Esta gloria está reservada para aquellos que se han probado a sí mismos”,
entonces sólo puedo ofrecerte mis condolencias. Tu eterno sufrimiento
será tan increíblemente horrible, que nadie en la Tierra que haya visto
tu rostro o escuchado tu nombre tendrá pesadillas de tu agonía, incluso
después de haber pasado a la otra vida en el cielo o en el infierno. Tu
alma será una cáscara desperdiciada.
Si dice: “Tu existencia entera está al margen de esta agonía”, debes responder rápidamente y con seguridad: La agonía nos llena a todos hasta que haya dejado de hacer daño.
Por cada segundo que tomes en responder, por causa del increíble dolor,
sufrirás otra dolorosa, única e inenarrable agonía. Y si no puedes
hablar, nunca vivirás otro momento sin tortura, y cada día que
consideres el más doloroso, comparado con la tortura del día siguiente,
sólo será el cosquilleo de una pluma.
Si respondes correctamente, el dolor y el silbido cesarán, y sentirás
a la figura, una vez más presionándose en ti, desmoronándose en nada.
Levanta la capucha y encontrarás una bolsa de cuero. Ábrela sólo si
quieres saber como sería el mundo cayéndose en pedazos por una plaga que
incluso el Infierno no perdonaría.
Este polvo de tu torturador es el Objeto 65 de 538. No corras, o nunca lo sabrás.
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