miércoles, 17 de abril de 2013

El paseo


Una mañana cansados de la rutina unos amigos mi novia y yo planeamos un viaje para conocer un pequeño pueblo famoso por sus amplias zonas de exploración y relajación llamado “El Sendero Purificador” , así que pedimos informes nos registramos en su hotel y planeamos el viaje.
Días después nos reunimos en mi casa en la madrugada (como habíamos acordado) para salir de viaje, asi que partimos.
Al principio todo marchaba bien tomábamos turnos para manejar, parábamos en estaciones de servicio para comprar botanas, era demasiado agradable realmente me sentía bien, todo marchaba de acuerdo al plan…. no sabía que el viaje no terminaría de la misma forma
Nos estábamos acercando a nuestro destino, era una zona boscosa muy fría y había un densa neblina pero nuestro ánimo no decayó, así que seguimos jugando bromas y planeando nuestras actividades estando ya dentro del hotel, seguimos el camino de neblina por horas, al principio pensábamos que íbamos en la dirección correcto pero al paso del tiempo nuestras preocupaciones empezaron a aumentar, intentamos tranquilizar a las mujeres que iban con nosotros, estaban desesperadas intentando llamar a casa pero sin éxito no había cobertura en esa zona, la gasolina estaba a punto de terminar así que decidimos parar en una pequeña comunidad rural que encontramos para cargar gasolina y esperar a que mejorara el clima.

Baje del auto junto con Alan y Greco (mis dos amigos) dejando a mis Amigas (Nadia y Maria) y a mi novia (Karina) dentro de la camioneta.
El ambiente fuera de la camioneta era angustiante hacia mucho frio y poca visibilidad por la espesa neblina así que avanzamos hasta topar con una gran casa, Era una casa hermosa a pesar de ser muy vieja tenía una elegancia inimaginable, nos acercamos y tocamos la puerta, unos segundos después abrió la puerta un hombre de apariencia extraña, tenía alrededor de unos 50 a 55 años con una vestimenta típica de granjero y un acento típico de esa zona, le pedimos alojamiento en lo que pasaba el mal tiempo para poder buscar gasolina. El viejo lo pensó y acepto, con la condición de que nos quedaríamos en un cobertizo cercano ya que no quería que entráramos a su casa, aceptamos el trato y regresamos por ellas.
Parecía un golpe de suerte, el lugar era espacioso tenia buen lugar para dormir, una televisión antigua e incluso el señor nos ofreció una gran cena.
Pasaban las horas y el clima empeoraba, hacia frío y comenzó a llover perdimos, no había señal de televisión en esa zona por lo cual veíamos filmes que el señor nos ofreció todos eran muy viejos pero no había alguna otra distracción.
Decidimos pasar la noche ahí, asi que me acosté en un colchón junto con mi novia, y me quede dormido.
Pasaron por lo mucho 2 horas cuando Karina me despertó, estaba asustada decía que veía por la ventana a alguien encapuchado con un rostro horripilante observándonos, “No hay nadie afuera con este clima, estas nerviosa, solo necesitas descansar, tu mente te está jugando una mala pasada” le dije. “Estoy segura que vi algo” respondió. “Está bien, me quedo despierto contigo si te hace sentir tranquila” conteste. Acepto y nos quedamos sentados intentando no alterar a los demás.

Pasaron unas cuentas horas todos estaban dormidos menos yo, pensé en lo que me había comentado Karina y empezó sugestionarme, intentaba no ver hacia la ventana, la curiosidad me gano, voltee a ver la ventana estuve observándola durante un rato hasta que vi esa silueta de rostro humanoide observándome fijamente con unos ojos negros y penetrantes y con una sonrisa diabólica, giré la cabeza hacia otro lado. El miedo se apoderó de mí, volví a mirar hacia la ventana: ya no estaba. Escuché un murmullo que se acercaba lentamente hacia mi; intenté huir pero quedé atrapado. Me tomó del cuello con sus frías y desfiguradas manos, seguía hablándome pero no podía entenderle, estaba aterrado, hasta que me desmayé.
Cuando desperté, miré a mi alrededor: todos estaban muertos, era una masacre. Mis amigos, mi novia todos menos yo. Salí a pedir ayuda al anciano pero al ver la casa otra vez me di cuenta de que estaba en ruinas: nunca existió ese anciano. Me observe en un espejo roto y me di cuenta de que tenía las manos llenas de sangre: yo los había asesinado.

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