Una de las historias más sorprendentes e increíbles de
la música, es el mito que rodea a la vida y muerte de Robert Johnson. Su leyenda habla de un pacto con el diablo y hay diversos hechos
que calzan perfectamente con esta versión.
Robert LeRoy Johnson nació en 1911 en Hazlehurst al sur
del estado de Missisipi, fruto de una relación esporádica. Tardó años en
averiguar su verdadero apellido. Fue el undécimo hermano de una familia
negra en una época y lugar muy complicados para alguien de color.
Durante su infancia no tuvo muy buenos resultados en el
colegio, por lo que la música comenzó a atraerle, por suerte. También
las mujeres fueron su polo de atracción y esa pasión lo obligó a huir y a
cambiar de nombre más de una vez ante maridos celosos.
Cerca de 1929 es cuando sus conocidos comienzan a
sospechar que algo fuera de este mundo había logrado que Robert, quien
nunca había sido buen músico, se convirtiera en una de las grandes
figuras de la época. Tocar así de bien y de la noche a la mañana, fue
motivo suficiente para que su entorno empezara a sospechar sobre un
pacto con el diablo.
Muchos libros hablan al respecto y varios coinciden en
que la leyenda es así: Robert Johnson vendió su alma al diablo en el
cruce de la actual autopista 61 con la 49 en Clarksdale (Missisipi), a
cambio de tocar blues mejor que nadie. Esperó en el cruce de caminos
hasta medianoche con la guitarra en la mano. Luego el diablo se apareció
y le señaló que solamente debía deslizar las manos sobre la
guitarra para interpretar el mejor blues de la historia.
Mito o realidad, lo concreto es que Robert deambuló
tocando por todo el sur de Estados Unidos, como si huyera de forma
“patiperra”. La letra de sus canciones trataba sobre desesperación
religiosa y demonios interiores. Dos de sus mayores éxitos hicieron
referencia a su supuesto pacto. “Crossroad blues” habla de un cruce de
caminos. La letra de otro de sus éxitos, “Me and the devil blues”, dice:
“Early in the morning, when you knock at my door. Early in the morning,
when you knock at my door. I said Hello Satan, i believe it’s time to
go”
Grabó solamente 29 canciones y existen de él dos o tres
fotografías. Señales reales que fueron aumentando su leyenda. Quienes lo
vieron tocar, aseguran que sus ojos siempre estaban desorbitados al
momento de subir a un escenario. La gente acudía en masa a verle,
atraídos por su música y por el morbo que rodeaba. Buscaba a una mujer
en cada ciudad, tocaba en un local y desaparecía. Así era su vida hasta
que el 13 de agosto de 1938, en Greenwood, Carolina del Sur, el diablo
se cobró su supuesta deuda.
Robert debía tocar en un local llamado el “Three
Forks” y tuvo la mala idea de intentar seducir a la mujer del dueño de
ese local. Minutos antes de comenzar su show, una botella de whisky
llegó a su mesa, misteriosamente abierta, pero Robert, un auténtico
rockstar de la época, bebió sin sospechas ni cuestionamientos.
En mitad del concierto, Robert dejó de cantar, dejó su
guitarra a un lado y salió a la calle. Se perdió durante tres días y
murió envenenado por la estricnina que contenía la botella de whisky el
16 de agosto de 1938, con 27 años, los mismos que extrañamente tenían al
morir otras grandes leyendas de la música como Jim Morrison, Jimmy
Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain y Amy Winehouse .
Sin embargo, y a pesar de su muerte, los mitos no
pararon. En una de sus canciones había pedido ser enterrado al borde de
la carretera, algo súper curioso, pero finalmente existen tres tumbas
que supuestamente contienen sus restos. Algunos historiadores musicales
aseguran que esta medida fue para que el diablo se confundiera.
¿Leyenda, mito o realidad? Al parecer no importa, porque
Robert Jonhson es considerado el mejor “bluesman” de la historia y
algunos otros grandes guitarristas como Eric Clapton o Keith Richards
han versionado sus canciones. Richards, tras escuchar a Robert Johnson
por primera vez, quiso saber quién era el otro guitarrista...no podía
creer que fuese una sola persona quien tocaba.
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