sábado, 2 de marzo de 2013

The Holder of Hate (El Portador del Odio)-23


En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier hospital y pide visitar a “El Portador del Odio”. El empleado te dará un firme apretón de manos, mirará a tus ojos y dirá “Te tomó mucho tiempo”. Te entregará una llave para el cuarto 532 y aconsejará que bajes por el pasillo izquierdo.
En tu camino oirás un demente cacareo. Si se detiene, grita “¡No te temo!” Si no regresa, corre lo más rápido que tus piernas te permitan. Si continúa, sigue andando. Detente cuando llegues al cuarto 532. La puerta estará cubierta de arañazos, rasgaduras y todo tipo de quemaduras.
Ahí habrá un pequeño, extrañamente sin cicatrices panel de vidrio en la puerta. Mira con atención hacia adentro. Si hay una figura parada de espaldas a ti, retrocede lo más calmado posible. Si el cuarto esta vacío, abre la puerta y entra. Una luz roja brillará en la única ventana del cuarto. Si miras por esta ventana tus ojos arderán en sus cuencas y tus gritos serán tu única articulación por toda la eternidad. El cuarto será pequeño, las paredes estarán cubiertas en sangre, y habrá una pequeña figura encapuchada sentada en el medio. Sólo responderá a una pregunta “¿Por qué odian?” La figura con la capa volará en el aire revelando su grotescamente desfigurado ser. Responderá a la pregunta con horripilante detalle. Cuando acabe la historia colapsará, como si una tremenda carga hubiese sido retirada de sus hombros, y se arrastrará hacia la esquina. Comenzarás a oír un extraño, extraterrenal grito desde bajo de la puerta. Se oirán cada vez más cerca. Tu única esperanza es envolverte en la capa y tirarte por la ventana roja. Si no fuiste seguido despertarás en el césped del hospital al día siguiente, envuelto cómodamente en la capa.
La capa es el Objeto 23 de 538. Te esconderá de su odio.

Atrapada en el Subterráneo- New York


Paula había bebido mas de la cuenta por lo que aquella noche regresaría temprano a casa, se sentía bastante mal y muy mareada pero como era relativamente temprano decidió que en lugar de gastarse su dinero en un taxi, como hacía habitualmente cuando regresaba de la discoteca, aprovecharía que el Metro aún seguía abierto para ahorrarse unos cuantos pesos
El trayecto era largo y las pocas personas que viajaban en su vagón parecían tan cansadas como ella, sólo un grupo de amigos que bromeaban al fondo del tren hacían el suficiente ruido con sus bromas y risas para mantenerla despierta, pero cada vez tenía que luchar con más fuerza para no quedarse dormida. Por desgracia en la siguiente estación tenía que hacer un transbordo así que se bajó y tras caminar por los pasillos de la estación llegó al andén en el que abordaría el metro que la llevaría a casa.
El cartel luminoso avisaba que el próximo tren tardaría seis minutos en llegar, por lo que Paula decidió esperar sentada en uno de los bancos junto al andén. El silencio y la soledad de esa estación provocaron lo inevitable y a pesar de sus esfuerzos se durmió y casi sin darse cuenta se recostó en el banco usándolo como si fuera una cama. Era tan profundo su sueño provocado por la borrachera que cuando pasó el último metro de la noche ni siquiera lo sintió pasar.
Hasta pasada más de una hora no se despertó, por suerte la borrachera parecía haberse esfumado parcialmente tras la cabezadita, pero algo parecía no ir bien. El cartel que avisaba la llegada del próximo tren estaba apagado y al mirar la hora en su teléfono móvil se dio cuenta que eran casi las dos de la mañana.
Asustada empezó a subir las escaleras mecánicas de la estación, que ya estaban apagadas, para salir de allí. La parada en la que tenía que hacer trasbordo era una de las más antiguas, viejas y pequeñas de la ciudad por lo que la sensación de agobio y miedo eran mucho más intensas. Al llegar a la salida la peor de sus pesadillas se hizo realidad. Las puertas estaban cerradas y no había nadie en la estación por lo que por más que gritara nadie podría escucharla desde la calle. Además su teléfono estaba sin cobertura, esas malditas estaciones casi nunca tenían señal y las puertas de metal herméticamente cerradas la separaban del exterior aún por unos cuentos metros.
Paula no sabía que hacer, miraba a las cámaras de seguridad y hacía gestos esperando que alguien desde algún puesto de control pudiera verla, pero ella misma sabía que eso era imposible, no había nadie controlando las cámaras porque la estación había sido cerrada desde fuera.
¿Cómo era posible que nadie la despertara? ¿No tenían los guardias de seguridad que comprobar que nadie quedara dentro de la estación antes de cerrar?
Su miedo se convertía por momentos en cólera y confusión. Desde luego no podía esperar hasta que a la mañana siguiente abrieran de nuevo el Metro, faltaban más de cuatro horas para que se reiniciara el servicio y si llegaba a casa a las 7 de la mañana su padre probablemente la mataría.
Con la mente aún nublada por el alcohol decidió que lo mejor que podía hacer era caminar por los raíles del tren hasta la siguiente parada. El camino era oscuro y realmente tétrico pero sabía que su destino no estaba muy lejos y gracias a la luz del flash de su teléfono podría alumbrar el camino. La siguiente estación era una de las más importantes, con gran cantidad de líneas y recientemente había sido remodelada por lo que estaba segura que allí podría encontrar a alguien que la permitiera salir a la calle donde abordaría un taxi.
La idea parecía muy buena, pero a la hora de la verdad recorrer aquellos túneles era realmente escalofriante, un silencio casi sepulcral hacía que hasta la más leve de sus pisadas resonaran con el eco de las paredes. Se podían escuchar los chirridos de las ratas y el goteo de algunas zonas en las que parecía que había leves escapes de agua.
Sus pasos eran cortos y se detenía a menudo a escuchar porque sentía como si alguien la observara desde la oscuridad. El miedo la invadía y paralizaba por momentos, pero ya era demasiado tarde para volverse atrás, debía estar casi a mitad de camino cuando unas voces la alertaron. Por un momento pensó en gritar para que supieran que estaba allí pero decidió ser cauta y apagar la luz de su teléfono mientras se escondía en un estrecho pasillo que había en un lateral del túnel.
Mientras permanecía escondida y en silencio pudo ver la figura de dos hombres bastante corpulentos, sus ojos cada vez se adaptaban más a la escasa iluminación de las luces de emergencia que había cada muchos metros en el túnel. Ambos parecían discutir acaloradamente por un cartón de vino y a escasos metros de donde se encontraba Paula comenzaron los empujones y golpes. El más grande de ellos le propinó un puñetazo que tumbó al otro y gloriosamente alzó su trofeo mientras de un trago se bebía casi la mitad del contenido del cartón de vino.
El más pequeño enfurecido sacó un cuchillo de la espalda y se lo clavó repetidamente en el cuello a su rival, realmente se ensañó con su cadáver y a pesar de la poca luz Paula pudo ver con claridad como tenía toda la cara manchada de sangre. Recogió el poco vino que quedaba y se lo tomó de un trago.
Paula estaba temblando del miedo, no se atrevía ni a respirar y desde luego mucho menos a moverse, si estaba lo suficientemente quieta tal vez el vagabundo asesino se iría de allí sin verla. Pero la casualidad no se quiso aliar con ella y justo cuando el asesino se daba la vuelta para marcharse del lugar la batería de su teléfono la delató. Un incesante pitido advirtiendo que la carga estaba a punto de agotarse comenzó a sonar y el vagabundo se giró de inmediato.
¿Hay alguien ahí? Puedo escucharte, ¡Sal inmediatamente o te rajo!
La pobre chica se quedó petrificada y no sabía como actuar mientras el asesino se acercaba a ella. Por instinto decidió tirarle el teléfono con tan mala puntería que este pasó por encima del vagabundo y golpeó la pared del fondo. Él, que todavía no había visto a la chica, escuchó un ruido a sus espalda y se giró, momento que aprovechó Paula para salir de la oscuridad y empujarle a la vez que salía corriendo.
El vagabundo enfureció de tal manera que no dejaba de gritar e insultar a Paula, se levantó y comenzó a perseguirla por los túneles. Ella no era una buena deportista pero el miedo se apoderó de sus piernas y le dio fuerza para correr dejando atrás los zapatos de medio tacón que llevaba aquella noche, sus pies se ensangrentaron mientras corría sobre la gravilla y guijarros del suelo de túnel. Sin embargo el miedo era más fuerte que el dolor y no se detuvo a pesar de que en varias ocasiones estuvo a punto de caerse al tropezar por culpa de la casi total oscuridad de su ruta de huída.
Al llegar a la estación Paula ya había logrado sacar unos cuantos metros a su perseguidor y subió al andén para adentrarse en los pasillos que la llevaban a la salida del Metro. A sus piernas empezaban a fallarle las fuerzas pero no se podía parar a descansar así que casi extenuada subió el último tramo de escaleras.
Lo que vio allí la heló la sangre, la estación estaba al igual que la anterior cerrada y no parecía haber nadie, comenzó a gritar desesperada, a gesticular a las cámaras y golpear las puertas. Pero su perseguidor que conocía a la perfección los horarios y hábitos de los trabajadores del metro ya había subido la escalera y la había cortado toda posible ruta de escape.
El asesino se abalanzó sobre ella y tras inmovilizarla la violó y sometió durante más de una hora. Cuando había saciado todos sus apetitos sexuales sacó de nuevo el oxidado y ensangrentado cuchillo con el que había matado al otro vagabundo y se lo hundió repetidamente en el pecho hasta que Paula dejó de patalear y murió con una horrible expresión de terror en su rostro.
Al día siguiente los trabajadores se encontraron con un surco de sangre que se perdía en la profundidad del túnel, asustados deciden revisar las cintas de vídeo que grabaron esa noche y pudieron observar la desgarradora escena de la violación y asesinato y como el vagabundo arrastraba el cuerpo de Paula dejándolo caer escaleras abajo para de nuevo arrastrarlo hasta la oscuridad de las vías del tren.
La policía localizó los dos cuerpos pero no encontraron ni rastro del asesino, del cual se dice que todavía utiliza los túneles del subterráneo para esconderse de noche.

viernes, 1 de marzo de 2013

Una muerta en el transantiago


Un autobús de servicio transantiago nocturno hacía su ronda por el centro de la capital, aunque en fin de semana solía ir lleno de jóvenes que regresaban de fiesta, entre semana el transporte no llevaba a mas de tres o cuatro personas en cada viaje.
Sandra era una de esas trabajadoras noctámbulas que terminaban su jornada laboral al amanecer, pero hoy había tenido suerte y se pudo escapar un par de horas antes de la empresa donde trabajaba como teleoperadora. Mientras subía al autobús iba pensando que con  un poco de suerte podría dormir del tirón y levantarse a una hora “normal”, como el resto de sus conocidos, para pasear por el parque a la luz del sol. Como echaba de menos hacer vida diurna, pero por desgracia su trabajo por la noche era agotador y en más de una ocasión los jefes les obligaban a hacer unas horas extras, que por supuesto no se reflejaban en su sueldo.
El conductor de la ruta ya era un habitual, pero la verdad es que Sandra no era muy dada a hablar con desconocidos por lo que al pasar su "bip" (tarjeta de pago de pasaje) intercambio una sonrisa con él y continuó avanzando. Sentada en la parte central del autobús, luchaba contra el sueño mientras trataba de mantenerse despierta, no quería pasarse de su parada y acabar en la otra punta de la ciudad. Como casi siempre el transporte estaba casi vacío, sólo un chico con aspecto de universitario escuchando música con su ipod mientras ojeaba cientos de hojas de apuntes.

The Holder of Chaos (El Portador del Caos)-22


En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier hospital, y pregunta por aquel que se hace llamar “El Portador del caos”. El empleado comenzará a sacudir la cabeza y a golpear el escritorio con los puños. Pregúntale tres veces más y se levantará tranquilamente, te llevará a un cuarto con una sola puerta, por la que deberás entrar. Debes cerrar tus ojos, si no lo haces serás por siempre cegado y la única cosa que verás será una constante vista del caos absoluto.
Si has cerrado los ojos a tiempo, después de una hora de permanecer en total confusión, oirás una voz suave llamar, “¿Los tienes?” No respondas. En vez de eso, golpea con tus pies el suelo y abre tus ojos. Si ves un campo largo y estrecho frente a ti, entonces has pasado la primera mitad de tu labor. Si ves una ardiente llanura de muerte y mutilación, es demasiado tarde para ti. Serás devorado por los propios pensamientos de tus más grandes miedos.
Camina hacia el sol poniente en el campo de hierba durante una hora hasta llegar a un árbol sin hojas en sus ramas. Mientras te acerques verás que ese árbol estará hecho de huesos y rodeado por una piscina de sangre. Sumérgete completamente en esa sangre, y cuando estés en la superficie una vez más, sentirás una mano de hueso presionar algo dentro de tu palma, es un pequeño vial. Toma del vial y te encontrarás parado en la antecámara del hospital.
Este vial es el Objeto 22 de 538. La hora es noche y los demonios están llamando.

jueves, 28 de febrero de 2013

Jeringa con SIDA


Maite se disponía a pasar un agradable día de playa con su familia. Los niños, al detenerse el  coche en el parking que había a pocos metros del mar, salieron corriendo hacia la arena mientras ella y su marido bajaban del coche las bolsas de toallas, la pequeña nevera portátil donde llevaban las bebidas, la sombrilla y un par de bolsas mas con los juguetes de los pequeños.
Sin embargo la armonía y la felicidad pronto se vio truncada cuando Sara, la más pequeña de la familia, empezó a llorar como loca mientras se sujetaba uno de sus pequeños piececitos con las manos. Maite y su marido corrieron de inmediato a su rescate, probablemente se habría cortado con algún cristal enterrado en la arena. Pero por desgracia todo era mucho peor de lo esperado.
La pequeña Sara parecía tener algo clavado, un pequeño trozo de metal que Maite inmediatamente reconoció como una aguja, extrajo el fragmento que parecía haberse roto y buscó rápidamente entre la arena el otro trozo para evitar que alguien más se lo pudiese clavar. Su corazón dio un vuelco cuando tras remover un poco bajo sus pies encontró una jeringuilla con restos de sangre fresca que alguien había enterrado con la aguja apuntando hacia arriba. Estaba claro que algún desalmado la había situado de esa forma, como si se tratara de una trampa para animales, para que algún despistado la pisara.

The Holder of anger (El Portador de la Ira)-21


En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a una institución mental o centro de rehabilitación a la que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción pide visitar aquel que se hace llamar “El Portador de la Ira”. El empleado parecerá tímido mientras te muestra una puerta, entonces se irá. Cuando entres por la puerta, mirarás una escalera que desciende a la oscuridad. Mientras bajes la escalera, comenzarás a oír gritos. Los gritos vendrán de una garganta desconocida.
Si se detienen en algún momento, grita a la oscuridad “¡Vuelve a tus asuntos!, ¡no deseo entrometerme!” Si el grito no regresa, ya no hay nada que puedas hacer, estarás muerto antes de que sepas que pasó. Si continúa, puedes avanzar.
Eventualmente, verás una luz viniendo desde las rendijas de una puerta. Atraviesa esta puerta y estarás en lo que parece ser una mazmorra medieval. Cráneos vacíos llenos de velas servirán como linternas, y esqueletos alineados en las paredes. Ahí habrá una mesa de madera frente a las llamas provenientes de una chimenea. En esta mesa estará la cabeza cortada de una niña de 4 años, mirando hacia delante con los ojos vidriosos.
Acércate a la mesa y mira a la cabeza directo a los ojos. Con voz clara y dominante pregunta “¿Quien evitará que vuelvan a unirse?” La cabeza te mirará a los ojos y te contará la historia de un hombre. Te dirá toda su historia, desde su violento nacimiento hasta lo que estará haciendo en ese preciso momento. Sus obras serán relatadas en horripilante detalle. Él es un asesino de los que nunca se han visto antes, y está simplemente demente.

miércoles, 27 de febrero de 2013

La bodega de vinos


Una pareja consigue la concesión de un viejo castillo para que lo transformen en un hotel de lujo. Visitando sus dependencias descubren una bodega en la que hay varios barriles de licor. Al probar su sabor quedan fascinados…

Tras varios meses de papeleos y trámites interminables, una pareja consiguió que se les adjudicara un pequeño castillo en una zona rural. Debían habilitarlo como parador turístico y por supuesto serían los encargados de su mantenimiento.
Era un negocio redondo porque el anterior dueño había fallecido hacia menos de un año y el castillo se encontraba en un excelente estado de conservación teniendo en cuenta que llevaba varios siglos en pie. Transformarlo en un hotel de lujo sería pan comido y el banco, tras evaluar los riesgos de la inversión, no dudó en concederles un crédito e incluso en insinuar algún tipo de asociación. Pero ellos se negaron, habían conseguido la concesión tras mucho esfuerzo, y por qué no decirlo, sobornando a un par de funcionarios a los que parecía que el sueldo no les llegaba a fin de mes.
Con la misma ilusión que un niño que abre sus regalos de navidad la pareja iba visitando todas las habitaciones, los salones y el subterráneo del castillo, un sistema canalizado bajo tierra que parecía incluso más grande que la parte visible. Tenían incluso una sala de torturas, un verdadero imán turístico que, si habilitaban de nuevo, podría servir como museo. Pero lo que más les llamó la atención era una enorme bodega llena de barriles de licor. Probablemente el vino, whisky y otras bebidas estuvieran dañadas por el paso de los años, pero la curiosidad les pudo y decidieron probarlos uno por uno. Para su sorpresa no solamente estaban en condiciones de ser bebidos sino que además parecía que los años habían mejorado su sabor: estaban deliciosos, y ellos lo aprovecharon celebrando su primera noche en el castillo con una gran borrachera.

The Holder of Deception (El Portador del Engaño)-20


En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación al que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción pide visitar aquel que se hace llamar “The Holder of Deception”. El empleado te mirará con una expresión de shock en su cara. Entonces, con una velocidad sobrehumana te atacara con su bastón. Si no estás noqueado por el primer golpe, huye de la ciudad, ellos sabrán que harás después.
Cuando tu conciencia regrese, estarás en un patio en una noche estrellada. Habrá una gran escalera de piedra que parece subir al mismo cielo. Sube la escalera, pero nunca mires atrás. Si lo haces, las escaleras comenzaran a romperse y caerás en el vacio por toda la eternidad.
Después de lo que parezcan días de subir, llegaras a un grandioso anfiteatro de mármol pintoresco con el estilo de la antigua Grecia. Baja al fondo del anfiteatro. Un viejo con ropas claras te estará esperando en una tarima en el centro. Este historiado viejo estará disertando como si hubiera una gran muchedumbre – como sea, no debes oírlo, nada de lo que habla es cierto. Si eres cautivado por su habla carismática, tu mente será completamente subyugada por su engaño y serás su esclavo por la eternidad. Solo reaccionara a una pregunta: “Que es la única verdad de la que pueden hablar?”

martes, 26 de febrero de 2013

Haloween envenenado


A Martín le tocó este Halloween  la tediosa labor de acompañar a los niños del vecindario en su búsqueda de caramelos tocando puerta por puerta. Todos los años uno de los padres era el encargado de vigilar a los pequeños mientras corrían alegres acumulando dulces y chocolatinas. No es que a Martín no le gustaran los niños, los adoraba, pero tener que controlar a tanto pequeñajo era un trabajo agotador. A su hijo de ocho años le podía pegar un par de gritos para calmarlo pero cuando su misión era vigilar los hijos de los demás su función era mucho más difícil.
Aún así tenía que reconocer que lo estaba disfrutando mas de los que esperaba, los niños se estaban portando muy bien y estaba viendo a su hijo disfrutar. Además los vecinos del barrio residencial donde vivía eran realmente amables con los niños e incluso con él, ya que varios le ofrecieron  golosinas y le daban ánimos con el arduo trabajo que controlar a más de una decena de fierecillas. Aunque como en todo vecindario siempre hay un viejo cascarrabias al que todos los niños le tienen miedo.
Don Clemente era el prototipo de viejo viudo y amargado que aparece en las películas… El típico anciano que no devuelve el balón a los niños cuando cae en su jardín y vivía en un viejo caserón de esos que provocan un escalofrío al pasar. Martín sabía que nunca abría la puerta a los pequeños en Halloween y mucho menos les daba caramelos, pero era su obligación acompañar a los niños a golpear la puerta. Por lo menos sería una buena excusa para asustar un poco a los niños y poder controlarlos un poco mejor.
Su sorpresa fue mayúscula cuando a los pocos segundos de golpear la puerta de Don Clemente éste apareció totalmente cubierto por una sábana blanca, un disfraz improvisado de fantasma que pareció encantar a los niños. Al fin el ogro (como le llamaban algunos) se había ablandado y repartía caramelos, chocolatinas y manzanas caramelizadas entre los pequeños. Nunca articuló ni una palabra pero sin duda era todo un avance en su actitud. Martín agradeció el gesto y se despidió de Don Clemente con un apretón de manos. Le llamó la atención que usara guantes dentro de casa, pero la verdad es que el viejo era tan excéntrico que no le dio mayor importancia. Al menos no hasta pasados diez minutos…

Confianza, Cáncer, Sacrificio y Venganza


Alex despertó ahogado. Olor a Azufre, luces rojas y ruidos metálicos impregnaban el ambiente. Intentó ponerse de pie, pero cadenas lo amarraban de pies y manos a una extraña estructura de acero. Se sentia agobiado,cansado, con ganas de gritar. El miedo lo consumia lentamente, desde los erizados vellos de su piel hasta lo mas profundo de su alma. Y sentia culpa. Culpa por algo que no recordaba.
Mientras intentaba inutilmente liberarse de sus ataduras, pudo divisar en medio de la oscuridad a una sombra caminando lento, hacia el.
Un verdugo, con aroma a muerte y rostro enmascarado, se le plantó en frente. En sus manos, cuatro diferentes elementos, irreconocibles. El Verdugo los dejo en el suelo y miro directo a los ojos de Alex.
- ¡Quien eres! ¡Dime quien carajos eres y que mierda hago acá! – Gritó Alex, desesperado.
El Verdugo tomó una especie de Navaja y se la mostró a Alex. En la navaja se podía leer la palabra “Confianza”.
- Esto es por la confianza traicionada. Por aquello que no supiste valorar. Por tu difunta esposa. Por Ema.

The Holder of Inocence (El Portador de la Inocencia)-19


En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución mental o centro de rehabilitación al que tengas acceso. Cuando llegues a la recepción pide sin vacilar por visitar aquel que se hace llamar “The Holder of Inocence”. El empleado no dirá nada, pero una lagrima caerá de su ojo.
Ella te guiara por un pasillo olvidado en un ala olvidada del subterráneo de la institución. Ella no entrara al pasillo contigo, pero solo te mirara a los ojos con una cauta esperanzas, su propia expresión parecerá orar por salvación. Si entras al pasillo no veras mucho, salvo por suciedad, fragmentos rotos de lo que una vez fueron hermosas estatuas talladas. Después de un rato, oirás un suave gimoteo del otro lado. Pon atención, por si el gimoteo se detiene, entonces todo estará perdido. No tiene caso correr.
Solo si le preguntas “¿Qué pasó cuando se creó por primera vez?” ella se callara para subir su mirada hacia tu cara. Su belleza te dejara sin aliento, y si aun eres capaz de algún pensamiento solo será darte cuenta de que en ella puedes ver todo lo que amas de este mundo. De pronto, te darás cuenta de que la niña estará sangrando de sus regiones inferiores y un grotesco galo emerge del pequeño orificio entre sus piernas. El objeto saldrá con propia vida, y te darás cuenta de que esta hipnotizándote. No le quites la mirada, no desearas probar su paciencia.

lunes, 25 de febrero de 2013

El bebe de la droga


Cuenta la leyenda que una azafata a la que le encantaban los niños en cierta ocasión detectó el caso más espeluznante que se recuerda en la historia de la aviación. Cuando tras acercarse a una madre con su bebé detectó algo raro…
Los viajes cruzando el Atlántico siempre habían sido los más odiados por Alicia, una azafata de una importante aerolínea internacional que desde hacía pocos meses había sentido como su instinto maternal se disparaba tras contraer matrimonio y el nacimiento de su primer sobrinito de menos de un año. Desde entonces no desaprovechaba ninguna ocasión para hacerle carantoñas y dedicarle unas palabras de cariño a cuanto bebé se cruzaba. Sentirse mamá aunque fuera por unos instantes la reconfortaba y animaba cada vez más en su idea de tener una gran familia que la esperara con los brazos abiertos después de cada vuelo.
A pesar del cansancio y el maldito ”jetlag” de esos vuelos transoceánicos en los que no daba tiempo a acostumbrarse al nuevo horario Alicia estaba especialmente feliz ese día. Tras diez días de trabajo con vuelos interminables y aburridas noches de insomnio en el hotel por fin llegaría a casa con su marido y disfrutaría de unos merecidos días de descanso.  Su alegría era claramente visible y dedicaba sonrisas y atenciones a todos los viajeros, incluso sus compañeros estaban sorprendidos de su alegría, sobre todo teniendo en cuenta que aún faltaban más de nueve horas de vuelo para llegar a Madrid.
Mientras avanzaba por uno de los pasillos del avión repartiendo las bandejas de comida, observó una mujer con cara de pocos amigos sosteniendo un bebé en brazos, tras ofrecerle el escaso menú (pollo o carne) le preguntó por la criatura que estaba dormida.
- Pobrecito debe estar muy cansado, ¿necesita usted algo para que el bebé descanse mejor? ¿una manta extra o tal vez calentar el biberón cuando se despierte?
- No gracias – Respondió la mujer con el ceño fruncido, una respuesta tajante y tan escueta que dejó claro que no quería que les molestasen.
Alicia continuó avanzando por el pasillo mientras insultaba mentalmente a la mujer a la que había ofrecido ayuda y la había tratado como un desecho.
Al acabar de repartir las bandejas le comentó a uno de sus compañeros lo impertinente que había sido con ella y éste le dijo que a él le había pasado algo similar cuando trató de ayudarla a subir la maleta, se había llevado un empujón por ser amable y acercarse a ella. Al parecer la mujer era una maleducada de mucho cuidado.
Varios minutos después comenzó el turno de recoger las bandejas y restos de comida así que Alicia decidió dar una segunda oportunidad a la mujer, al fin y al cabo el bebé no tenía la culpa del comportamiento de su madre.
- Espero que la comida haya sido de su agrado – Le dijo Alicia con una sonrisa forzada – Si desea cambiar el pañal al bebé tenemos en la parte posterior del avión una mesita habilitada para tal efecto.
-Ya le dije antes que no necesito ninguna ayuda – Contestó la impertinente mujer.
Alicia a estas alturas ya había declarado su odio a la señora y furiosa la observaba cada minuto como esperando que infringiera alguna norma para llamarle la atención. Pero la mujer prácticamente no se movía ni para pestañear y lo más curioso, su bebé permanecía dormido desde hacía más de seis horas sin tan siquiera haber recibido un cambio de pañal o tomado un biberón. La azafata que había hecho de niñera de su sobrino en más de una ocasión sabía de sobre que con pocos meses los bebés son como esponjas y comen cada tres horas y si no se les cambia el pañal con asiduidad se les puede irritar el culito.
Alicia decidió acercarse una vez más para comprobar que la criatura estuviera bien. La mujer había cerrado los ojos y se había dormido con el bebé en brazos y la mantita que cubría a la criatura se había desplazado un poco dejando su cabecita al descubierto.

Conversando con la muerte


Si caminas por el Barrio de Carabanchel por la noche y te diriges hacia el oeste, no olvides pasar por el Cementerio Británico con un cigarro en la mano. Cuando veas a la persona que mas extrañes de todas las que has perdido sentada en una de las bancas del perímetro, siéntate junto a ella y ofrece un cigarro “para pasar el frío”; ríe mientras recuerdan las viejas anécdotas, llora mientras le reclamas su partida y escucha atentamente cuando su cigarrillo, que parece no consumirse mientras conversan, está por acabarse: Ya sea tu querido amigo, tu amado familiar o tu más estimado enemigo, te preguntará si quieres conocer lo que vendrá para ti.
Pero has de saber que el conocimiento, como todo lo que vale, tiene un precio, que será perder la esperanza y la fe que perderás al saber que es lo que pasará porque ya estás firmando como será tu destino, en vez de construirlo. Y, ¿quién sabe? puede ser que al conocerlo prefieras nunca haberlo escuchado.
Despídete de la Muerte quién, aunque ya lo sabías, ha sido tu compañera de humo durante esta plática. Agradece, cualquiera que haya sido tu respuesta su pregunta, y camina sin mirar atrás.

domingo, 24 de febrero de 2013

Juegos eroticos con langostas-El caso de Kitteri, Maine


Una mañana alrededor de las 5 AM, Susan DeLucci de 22 años despertó en su casa de Kittery, Maine, con una dolorosa necesidad de orinar. Al principio pensó que tenia diarrea, excepto que se trataba del orificio corporal equivocado. Se aproximo tambaleándose al baño y de su vagina salió el ruido mas horrible y nauseabundo jamás oído.
Envuelta en un dolor paralizante, miss DeLucci continuó durante unos minutos, empujando y expulsando a chorros de su vagina una marea ardiente de inclasificable inmundicia. Mientras se asía con fuerza a los lados del baño, gritaba con desesperación lo que alertó a los vecinos que llamaron a la policía. Cuando la policía y los médicos llegaron encontraron a la mujer inconsciente, tumbada en el suelo del baño, sin nada encima excepto su bata de baño.
Chorreando desde su entrepierna se podía ver una corriente de jarabe verde amarronado. El médico decidió cambiarla a un lugar mas ancho, así que cogió su pierna izquierda, cruzada sobre la otra pierna para enderezarla hacia fuera, ya que ella se encontraba tumbada retorcidamente.
Cuando el levantó su pierna izquierda, pretendiendo enderezar su cuerpo, expuso su vagina y en ese momento una criatura, no mas grande de la extremidad de un dedo salió de sus órganos genitales y aterrizó en el suelo estallando en un húmedo sonido. Impresionado el médico miro fijamente la criatura que reposaba ahora en los azulejos del cuarto de baño, recubierta por una capa mucosa. Era un camarón minúsculo del fango que se retorcía con saltos a un lado y a otro casi jadeando por agua. El médico horrorizado volvió su cara al baño mientras sentía como las nauseas le envolvían.

Cocodrilos en las alcantarillas


Durante un tiempo en EEUU se empezó una estúpida moda, tener como mascotas caimanes y cocodrilos, traídos desde Florida, se cuidaban desde recién nacidos en terrarios hasta que empezaban a alcanzar un tamaño considerable, en ese momento los animales perdían su “gracia” pues constituían, además de un peligro, un gasto económico elevado en comida. Ese era el momento de deshacerse de la “mascota” y que mejor manera que dejando en libertad al animal que había ganado el cariño de su dueño tras tanto tiempo a su cuidado .
La leyenda cuenta que el mejor sistema de liberar al animal era por el desagüe del inodoro. Reducidos grupos de estos caimanes conseguían sobrevivir en las alcantarillas alimentándose de ratas y desperdicios e incluso llegaron a reproducirse en las cloacas.
Tras varias generaciones los caimanes supervivientes mutaron y perdieron su visión, así como su pigmentación, convirtiéndose en seres ciegos y albinos que reinaban las profundidades de la ciudad. La leyenda llegaba más allá pues según relatos de terceras personas algunos indigentes que bajaban a las cloacas a refugiarse del frío e incluso algún operario municipal encargado del mantenimiento de las alcantarillas habían desaparecido supuestamente devorados por estos animales.